Víctor Delfín, reconocido escultor peruano de talla internacional y creativo como él mismo lo expresa, fue investido con el grado de Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, en mérito a su trayectoria profesional y relevante contribución a la educación y la cultura.
El acto protocolar fue presidido por el rector de la UNE, Dr. Luis Alberto Rodríguez de los Ríos, acompañado por el vicerrector de investigación, Dr. Raúl Cortez Berrocal, la directora de la Escuela de Posgrado, Dra. Lida Asencios Trujillo, decanos, y miembros del claustro de doctores de esta casa de estudios.
La ceremonia se realizó la noche del jueves 17, en un ambiente especial de su Casa Taller ubicada en Barranco, un acogedor y mágico lugar donde se respira arte y cultura por cada rincón donde se le mire.
Sus hijos, familiares y amistades cercanas del homenajeado fueron testigos de esta distinción que le hizo la Universidad La Cantuta, que inició con la lectura de la resolución rectoral que aprueba otorgar el honoris causa y el discurso de reconocimiento que estuvo a cargo del Dr. Ricardo Borja Meza, miembro del claustro universitario.
El momento más esperado y emotivo de la noche llegó cuando el rector Luis Rodríguez impuso la medalla y le otorgó el diploma que reconoce al ilustre escultor y artesano Víctor Delfín Ramírez como Doctor Honoris Causa de esta casa de estudios, alma mater del magisterio nacional.
El ahora integrante del claustro de doctores de la UNE, expresó sentirse muy emocionado y asombrado porque su vida ha estado de momentos inesperados y que los astros siempre han estado a su favor.
Durante su intervención, Víctor Delfín contó los momentos felices que vivió durante su infancia en su natal Piura y el inmenso amor que le brindaron sus padres y hermanos, también cómo inició su amor por el dibujo en la escuela, declarando ser un amante de la lectura, la música, la pintura, así como su etapa de estudiante en Bellas Artes, y anécdotas de sus viajes al interior del Perú y a diferentes países.
Asimismo, manifiesta que prefiere usar la palabra creatividad en vez de arte, que es la libertad para expresarse de cualquier manera y no hay límites, que incluso tiene la oportunidad de embellecer o afear una imagen que no le caen bien, porque trabajamos por el instinto.
“Sea médico, arquitecto o abogado, la persona tiene la obligación de ser culto, de leer, de interesarse por el sonido por el olfato y por la vista”, precisó.
Por otro lado, sostuvo que la creación no es un oficio ni una carrera, sino que es una pasión que linda casi con una enfermedad y que uno se apasiona y se dedica a eso porque es un don.
También mencionó que le gustaría que lo reconozcan como un luchador social y para él eso es lo más importante en su vida, y agradeció a la universidad por este reconocimiento y con la que tiene un vínculo muy especial.
“Me emociona que la Universidad La Cantuta me dé el honor de hacerme académico y no sé si lo merezco o no lo merezco pero lo más importante es que tengo una asociación muy fuerte con esta universidad, y es una asociación de carácter humano”.
Y cuándo le preguntan qué legado le va a dejar a la sociedad, les dice que lo único que puede decir es que una persona que no le interesa la música, la literatura, el teatro, la ópera o puede tener todo el dinero del mundo pero es infeliz, porque no goza ni hace vibrar los sentidos.
Asimismo, compartió el reconocimiento con Gisela Ortiz y la señora Raida Cóndor, invitadas especiales que asistieron a la ceremonia protocolar.
La Cantuta, viernes 18 de octubre de 2019
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